jueves, 24 de noviembre de 2011

Los 50 del Diego Ferre - Al colegio con cariño

A la escuela vamos a aprender las primeras letras, a explorar, a convivir con nuestro segundo padre o madre- llámese maestro- y experimentar una sensación diferente a la que vivimos cotidianamente en el hogar. Pero cuando asistimos a un colegio es diferente. Ahí vamos a confirmar que tan buenos somos para dar el salto a la profesionalización o simplemente vivir la vida acorde a nuestras circunstancias.
Es en el colegio donde desarrollamos nuestra propia identidad y habilidades sociales para interactuar de la mejor forma con el mundo que nos rodea. Es en el colegio donde descubrimos aquellas cosas que nos apasionan y nos preparamos –con el apoyo de los profesores – para ese futuro que sueñan con nosotros quienes nos engendraron.
Y este prefacio está direccionado al alma mater de Monsefú, el colegio Diego Ferré Sosa, entidad educativa que en breve cumplirá 50 años al servicio de la educación. Por sus aulas han pasado miles de estudiantes que ahora intentan –más con entusiasmo que con brillos de organización- celebrar esas “Bodas de Oro” .
Una secuela de acciones nefastas han hecho que esa egregia frase de “El diego es el diego” haya empezado a reducirse a su mínima expresión como consecuencia de la parvedad de su plana docente encabezado por su directora, que arrastra hechos bochornosos que generaron la noticia incorrecta, la noticia nada grata para un centro con el prestigio que anteriores años ostentó. Entonces entre acusaciones y actos que no tienen nada que ver con la educación nos ganó el tiempo y en medio de esa maraña de intrigas la fiesta de las “Bodas de Oro” se parece a un avión con destino, pero intrincado en una tormenta.
Pero ahí, donde late un alma diegoferrina existe un monsefuano y eso es el empuje que está originando que dicha fiesta no pase desapercibida y que se oriente a un agradecimiento eterno para quienes sí estuvieron identificados y compenetrados con el quehacer pedagógico, y orientaron sus conocimientos a favor de esa mágica atmósfera que potenció la consolidación hoy por hoy de miles de profesionales en todos los ámbitos y que están diseminados en todo el Perú y el extranjero.
Desde ese punto de vista quiero recordar a personajes que durante mi paso por las aulas del Diego Ferré se erigieron en paradigmas de la educación como el maestro de las 4 erres, don Roberto Raúl Reaño Ramírez, el hombre de las matemáticas y que como director del colegio tuvo una encomiable labor. A él hicimos un homenaje con muchos compañeros diegoferrinos en Lima con motivo de las “Bodas de Plata” del colegio y como corolario de aquella jornada que vivimos al entregar computadoras.
El Diego Ferré ingresó al mundo de la modernidad gracias al gesto de un conglomerado de ex diegoferrinos pertenecientes a diferentes promociones que se unieron para una loable misión. Recuerdo a Dante Angeles, Miguel Custodio, Walter Yeckle, Graciela Cumpa,Próspero Pisfil, José Puyén, entre otros.
Mis recuerdos a maestros como Vilma Custodio, Gaby Capuñay, los extintos Francisco Rentería Panta y Juan Ubillús ; Máximo Túllume Garnique, David Alarcón, Pablo Moreno, Isaac Cabrera, Gladys Barrenechea, Marcos Chafloque, Imelda Cervera, Eutimio Díaz,Ubaldina Torrez. Mi afecto a dos personas que cada mañana nos recibían en la puerta y cuidaban las instalaciones del colegio. Don Carmencito y el fallecido señor Carlos Carrión. A este último mis colegas de estudios Teodoro Flores, Tito Eneque y Teodoro Fiestas ( conocido como “gorila”) siempre lo recordarán porque aún le deben las decenas de encimadas y empanadas que tomaban ‘prestado” luego de una palomillada escolar.
Abogo por un mejor futuro del “Diego Ferré”. Anhelo un porvenir como el que quiere Monsefú, que el Diego enrumbe por el sitial que años atrás le permitía gozar de un prestigio que nadie se lo regaló y lo ganó en base a triunfos en concursos educativos, éxitos en jornadas deportivas a nivel departamental y la presencia en la vida económica del país con profesionales de valía.
El Diego Ferré Sosa cumple 50 años y Monsefú está de fiesta. Que la algarabía que hoy evidencian quienes se sienten identificados con ese alma mater perdure para cristalizar un relanzamiento de su nivel educativo. Que ya no se mencione al Diego como centro de diatribas y actos inmorales, sino que recupere el horizonte que muchos añoramos.
Escribe : Luis A. Castro Gavelán

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