Miguel Grau es el héroe peruano por excelencia. Nuestro máximo héroe.
Es el héroe sin mácula que todos los peruanos reverenciamos, sea cual fueren nuestras diferencias políticas, religiosas o de cualquier tipo.
Es el símbolo del cumplimiento del deber hasta el sacrificio, afrontó con valentía el destino trágico al que lo habían conducido la inmoralidad administrativa y la imprevisión de quienes gobernaron el país en esa época.
Es el hombre consecuente con sus promesas y con el cariño que le profesaban sus contemporáneos que lo amaban con delirio y cifraban en él todas sus esperanzas “Todo lo que puedo ofrecer en retribución de estas manifestaciones abrumadoras, es que si el Huáscar no regresa triunfante al Callao, tampoco yo regresaré” dijo en uno de los tantos banquetes ofrecidos en su honor.
“Yo no soy mas que un pobre marinero que trata de servir a su Patria” responde con excelsa humildad al escuchar los reiterados halagos por sus hazañas.
Magnánimo con sus adversarios, cuidó las pertenencias del Comandante chileno Arturo Prat, jefe de la “Esmeralda” y máximo héroe de Chile, que por su arrojo cayó muerto en la cubierta del Huáscar, en Iquique. Y al enviar las pertenencias a su viuda, recibió de respuesta una carta que es un monumento eterno a su caballerosidad. Por eso también se le llama “Caballero de los Mares”.
Admirado no solo en su país sino en el continente entero, tuvo que prodigarse para enviar su fotografía a los Municipios Bolivianos, que reaclamaban su imagen para que presida sus actos solemnes.
Grau además de Marino, también incursionó en la política, fue Diputado por Paita en las Legislaturas 1876 a 1878. Su honrosa curul ahora ubicada en un lugar preferencial de la Cámara de Diputados preside las deliberaciones de los miembros del Congreso de la República.
Marino incomparable, aprendió su oficio en la escuela de la vida, cuando su padre lo embarcó en Paita a los 11 años, como simple ayudante en un pequeño barco, porque no lo podía mantener. En esas idas por Africa, Europa, Asia y América sus ojos vieron de todo. Allí templó su carácter y su férrea voluntad. Ingresa a la Academia Naval cuando ya era un marino cuajado. Grau sólo pudo acudir seis meses a una escuela, aprovechando las pocas oportunidades que tuvo de permanecer en tierra, pero escribía con mucha elegancia y propiedad. Allí está la carta que le envía a la viuda de Prat con sus pertenencias. Y las cartas que remite permanentemente a su esposa Dolores Cabero, en Lima. Y se alista en la guerra sólo para defender a la patria de la que había recibido tan poco, en medio de la improvisación que nos llevó al desastre, sabiendo su final. Por eso su grandeza. Padre amoroso de nueve hijos, católico ferviente, político intachable, murió a los 45 años, en medio del dolor de los peruanos.
Decía Gonzáles Prada “Necesitábamos el sacrificio de los buenos y humildes para borrar el oprobio de los malos y soberbios, sin Grau en Punta Ángamos y sin Bolognesi en el Morro de Arica ¿Tendríamos derecho a llamarnos Nación”.
Por eso los peruanos, especialmente los jóvenes, futuros gobernantes de la Patria, no solo deben RENDIR, sino sobre todo SENTIR el Homenaje a éste ínclito peruano, que fue ejemplo para su generación y para todas las generaciones venideras, así lo proclama el Poeta Juan Ríos en su “ Canto a Grau” cuando dice “ ALMIRANTE DEL PERÚ POR LOS SIGLOS SUCESIVOS”.
ANGEL BARTRA GONZÁLES
Es el héroe sin mácula que todos los peruanos reverenciamos, sea cual fueren nuestras diferencias políticas, religiosas o de cualquier tipo.
Es el símbolo del cumplimiento del deber hasta el sacrificio, afrontó con valentía el destino trágico al que lo habían conducido la inmoralidad administrativa y la imprevisión de quienes gobernaron el país en esa época.
Es el hombre consecuente con sus promesas y con el cariño que le profesaban sus contemporáneos que lo amaban con delirio y cifraban en él todas sus esperanzas “Todo lo que puedo ofrecer en retribución de estas manifestaciones abrumadoras, es que si el Huáscar no regresa triunfante al Callao, tampoco yo regresaré” dijo en uno de los tantos banquetes ofrecidos en su honor.
“Yo no soy mas que un pobre marinero que trata de servir a su Patria” responde con excelsa humildad al escuchar los reiterados halagos por sus hazañas.
Magnánimo con sus adversarios, cuidó las pertenencias del Comandante chileno Arturo Prat, jefe de la “Esmeralda” y máximo héroe de Chile, que por su arrojo cayó muerto en la cubierta del Huáscar, en Iquique. Y al enviar las pertenencias a su viuda, recibió de respuesta una carta que es un monumento eterno a su caballerosidad. Por eso también se le llama “Caballero de los Mares”.
Admirado no solo en su país sino en el continente entero, tuvo que prodigarse para enviar su fotografía a los Municipios Bolivianos, que reaclamaban su imagen para que presida sus actos solemnes.
Grau además de Marino, también incursionó en la política, fue Diputado por Paita en las Legislaturas 1876 a 1878. Su honrosa curul ahora ubicada en un lugar preferencial de la Cámara de Diputados preside las deliberaciones de los miembros del Congreso de la República.
Marino incomparable, aprendió su oficio en la escuela de la vida, cuando su padre lo embarcó en Paita a los 11 años, como simple ayudante en un pequeño barco, porque no lo podía mantener. En esas idas por Africa, Europa, Asia y América sus ojos vieron de todo. Allí templó su carácter y su férrea voluntad. Ingresa a la Academia Naval cuando ya era un marino cuajado. Grau sólo pudo acudir seis meses a una escuela, aprovechando las pocas oportunidades que tuvo de permanecer en tierra, pero escribía con mucha elegancia y propiedad. Allí está la carta que le envía a la viuda de Prat con sus pertenencias. Y las cartas que remite permanentemente a su esposa Dolores Cabero, en Lima. Y se alista en la guerra sólo para defender a la patria de la que había recibido tan poco, en medio de la improvisación que nos llevó al desastre, sabiendo su final. Por eso su grandeza. Padre amoroso de nueve hijos, católico ferviente, político intachable, murió a los 45 años, en medio del dolor de los peruanos.
Decía Gonzáles Prada “Necesitábamos el sacrificio de los buenos y humildes para borrar el oprobio de los malos y soberbios, sin Grau en Punta Ángamos y sin Bolognesi en el Morro de Arica ¿Tendríamos derecho a llamarnos Nación”.
Por eso los peruanos, especialmente los jóvenes, futuros gobernantes de la Patria, no solo deben RENDIR, sino sobre todo SENTIR el Homenaje a éste ínclito peruano, que fue ejemplo para su generación y para todas las generaciones venideras, así lo proclama el Poeta Juan Ríos en su “ Canto a Grau” cuando dice “ ALMIRANTE DEL PERÚ POR LOS SIGLOS SUCESIVOS”.
ANGEL BARTRA GONZÁLES
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