viernes, 10 de diciembre de 2010

LA CAÍDA DEL IDOLO DE BARRO

Pasado el proceso electoral de segunda vuelta, en la que Alianza para el Progreso hizo morder el polvo de una aplastante y humillante derrota al partido aprista, como jamás se había visto antes; ni siquiera en los peores momentos de la dictadura fujimontesinista, vale la pena efectuar un concienzudo y objetivo análisis sobre quién o quiénes son los responsables de todos estos vergonzosos resultados electorales en nuestra región. 
No sorprende el triunfo de Alianza para el Progreso, era algo que se veía venir; más que argumentos convincentes por parte del balbuceante candidato apepista – que no los tenía – lo que evidentemente ha primado en esta contienda ha sido el gigantesco despliegue publicitario y logístico que ha tenido a su disposición; en tal sentido en Lambayeque podemos decir con mucha pena que no ha sido el triunfo de los argumentos y las propuestas realistas, en estas elecciones regionales ha triunfado la publicidad y la dádiva populista sobre la razón. Pero también ésta elección regional ha servido para desnudar la crisis organizativa que se vive al interior del partido aprista peruano que, en términos reales, ha perdido las elecciones en una circunscripción que otrora formaba parte de lo que alguna vez se llegó a denominar el “sólido norte”.
Este "sólido norte" paulatina y lentamente ha dejado de ser aprista y no por causa de la fortaleza de nuestros adversarios políticos, sino más bien por nuestras propias y profundas debilidades: el Partido Aprista Peruano hace rato que dejó de ser el partido de las grandes mayorías, hace rato que dejó de lado el sercreto de su poder y su fuerza electoral que era su organización; hace rato que hemos dejado de ser el partido mejor organizado del Perú y si se nos sigue denominando así, es solo por costumbre, porque eso ya no es verdad; pero el valor más preciado que estamos perdiendo y que nos está llevando a estos niveles de miseria electoral, es la pérdida de nuestra identidad como partido, la pérdida de nuestra mística y nuestra doctrina, todo aquello que nos ha diferenciado como alternativa política durante estos 80 años de existencia del PAP.
Sin embargo, lo anteriormente descrito son solo aspectos de una realidad general; porque en lo que respecta a Lambayeque, el reponsable de esta debacle electoral tiene un nombre: JAVIER VELÁSQUEZ QUESQUÉN, el otrora autodenominado "tenaz fiscalizador", que de un tiempo a esta parte ha pasado de héroe a villano; él y solo él es el responsable de haber colocado como Secretario General de la dirigencia regional a un elemento inepto y cuestionado; él y solo él es quien puso a disposición de don Andrés Palma todos los recursos humanos y materiales y sus influencias en diferentes autoridades locales, incluso de otras tiendas políticas, para que, a toda costa, el impresentable ex alcalde de Santa Rosa y virtual consejero regional por los próximos cuatro años, se haga del triunfo en cuestionadas elecciones internas.
Javier Velásquez Quesquén, tal vez ni siquiera se haya tomado la molestia de leer aunque sea la parte introductoria del Antimperialismo y el APRA, pero hay que reconocer que ha sabido escalar hasta imponerse en los niveles más altos de la organización aprista y del poder en nuestra patria, lo que demuestra una gran habilidad y pericia para alcanzar sus objetivos. Sin embargo, el poder embriaga, más aún cuando se está rodeado de bufones y ayayeros que lo han hecho perder la perspectiva de la realidad en Lambayeque y de esta manera, haciendo uso y abuso de sus facultades, con premeditación, alevosía y ventaja, propuso e impuso en los diferentes cargos dirigenciales y de confianza, única y exclusivamente a quienes lo adulaban y endiosaban.
Esta actitud dictatorial y egocéntrica no solo ocasionó que todos los cargos de confianza y puestos de trabajo, desde los más altos funcionarios hasta el personal de limpieza, pasando por gobernadores, tenientes gobernadores y secretarios generales del PAP, sean acaparados por miembros del entorno del entonces Premier, con excepción de la jefatura regional de COFOPRI, que de esta manera se ha convertido en una suerte de isla, de “territorio liberado” de la voracidad “velasquista”; pero su osadía ha dado origen a una paulatina y cada vez más fuerte corriente de descontento y de resistencia a su opresora influencia, así como a todos sus representantes y miembros de su entorno.
Velásquez también se preocupó muy convenientemente de evitar que a su alrededor pudieran haber profesionales exitosos o capaces “que le pudieran hacer sombra”, solo así se explica la calidad de candidatos a los que apoyó económica y logísticamente para que triunfen en cuestionadas elecciones internas del PAP en Lambayeque, de esa manera aseguró sometimientos y lealtades de gente dispuesta a someterse a sus designios a cambio de un cargo o puesto de trabajo.
De allí en adelante, el resto es historia conocida, por una parte los partidarios de Velásquez que se lamentan por la derrota sufrida y por otro lado, aquellos apristas que, con disimulada sonrisa de satisfacción, asisten a lo que esperan que sea el principio del fin de una etapa en la que pudo consolidarse la organización del partido, pero una omnímoda ambición terminó convirtiéndolo en una suerte de feudo de Sipán.
Empero, los verdaderos apristas, los aprista de corazón y de convicción, aquellos que en los momentos difíciles para el partido tenemos el temple de dar la cara y poner el pecho por nuestro Gran Partido, no podemos sentirnos derrotados por los resultados obtenidos, EL APRA NO HA PERDIDO EN LAMBAYEQUE, EL QUE HA PERDIDO ES JAVIER VELÁSQUEZ QUESQUÉN, lo que sí debemos lamentar es que sus candidatos hayan utilizado el símbolo de nuestro glorioso partido y que se hayan servido de la buena fe de quiénes realmente abrazamos las ideas de Haya de la Torre, para pretender capturar el poder como una forma de lograr todo un proyecto, no en favor del pueblo, sino un proyecto personal del ex premier, quien dígase de paso, en Lima había proyectado la imagen de que Lambayeque prácticamente era un feudo electoral a disposición de sus designios.
Ahora los resultados seguramente lo han hecho volver a su dolorosa realidad de ídolo de barro y seguramente también habrá llegado a comprender que cometió un craso error al menospreciar a valiosos y dignos cuadros técnicos y políticos del partido, a los cuales reemplazó por sus impopulares adulones.
Por: KIKE COSSIO

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